Божьи коровки
Las mariquitas
Del ciclo “cuentos en bolsas de té“.
- Musya, ¿cuál es tu animal favorito?
- ¡Claro que la mariquita! ¿Qué es que no se ve?
- ¡Claro, se ve muy bien! Musya hasta tiene mariquitas en su bañador, doce mariquitas.
Musya vino con su madre y su padre a la playa, a enseñar a nadar a
sus mariquitas.
En principio tenían un poco de miedo a las olas, y no les salía bien. Pero luego aprendieron, todas, las doce. Dentro de una semana no se les podía sacar del agua ni tirando de las orejas, y a Musya también.
Bueno, llegó la hora de marcharse. Musya ya recogía la ropa a su maleta, y aquí se descubrió una cosa: ¡Las mariquitas desaparecieron! ¡Las doce! ¡El bañador está, pero las mariquitas desaparecieron!
-Oh, -dijo la madre, - ¡¿Cómo es que lo lavé así con tanta mala suerte?!
Para este caso. Musya tenía otra versión. Por eso no lloraba.
Llevaban sentados mucho tiempo en el aeropuerto, el avión llegaba tarde. Musya se acercó a la ventana y apoyando su nariz poco a poco en la ventana, casi aplastándola, vio porqué. A través del aeropuerto se deslizaba una pequeña serpiente naranja, todos los aviones le dejaban pasar. La serpiente se iba acercando cada vez más y aquí se vio una cosa, eran doce mariquitas que van una detrás de otra.
Poco a poco iban cruzando pista de despegue y alcanzaron a la familia de Musya ya en la escalera de avión.
Musya abrió un poco la cremallera de su maleta y las mariquitas juntas entraron dentro.
Ya no hay que decir nada más, las doce mariquitas acabaron juntas, en casa otra vez, en el bañador de Musya.
Solo que las mariquitas tenían un aspecto preocupado. Ellas querían darse un último baño en la playa antes de irse pero casi llegan tarde al avión.
-Bueno, -dijo Musya. -no pasa nada. Tendré que apuntarme a la piscina con vosotros.
Author: Nina Dashevskaya
Del ciclo “cuentos en bolsas de té“.
- Musya, ¿cuál es tu animal favorito?
- ¡Claro que la mariquita! ¿Qué es que no se ve?
- ¡Claro, se ve muy bien! Musya hasta tiene mariquitas en su bañador, doce mariquitas.
Musya vino con su madre y su padre a la playa, a enseñar a nadar a
sus mariquitas.
En principio tenían un poco de miedo a las olas, y no les salía bien. Pero luego aprendieron, todas, las doce. Dentro de una semana no se les podía sacar del agua ni tirando de las orejas, y a Musya también.
Bueno, llegó la hora de marcharse. Musya ya recogía la ropa a su maleta, y aquí se descubrió una cosa: ¡Las mariquitas desaparecieron! ¡Las doce! ¡El bañador está, pero las mariquitas desaparecieron!
-Oh, -dijo la madre, - ¡¿Cómo es que lo lavé así con tanta mala suerte?!
Para este caso. Musya tenía otra versión. Por eso no lloraba.
Llevaban sentados mucho tiempo en el aeropuerto, el avión llegaba tarde. Musya se acercó a la ventana y apoyando su nariz poco a poco en la ventana, casi aplastándola, vio porqué. A través del aeropuerto se deslizaba una pequeña serpiente naranja, todos los aviones le dejaban pasar. La serpiente se iba acercando cada vez más y aquí se vio una cosa, eran doce mariquitas que van una detrás de otra.
Poco a poco iban cruzando pista de despegue y alcanzaron a la familia de Musya ya en la escalera de avión.
Musya abrió un poco la cremallera de su maleta y las mariquitas juntas entraron dentro.
Ya no hay que decir nada más, las doce mariquitas acabaron juntas, en casa otra vez, en el bañador de Musya.
Solo que las mariquitas tenían un aspecto preocupado. Ellas querían darse un último baño en la playa antes de irse pero casi llegan tarde al avión.
-Bueno, -dijo Musya. -no pasa nada. Tendré que apuntarme a la piscina con vosotros.
Author: Nina Dashevskaya
